Cada cosecha representa un reto para incrementar el rendimiento y aumentar las ganancias de la próxima campaña. El logro de buenos resultados en términos de la producción agrícola por hectárea es síntoma de la aplicación de buenas prácticas.
Para ello, el agricultor exitoso mejora constantemente los procesos, las técnicas y las prácticas. Busca optimizar el rendimiento de los recursos, recurre a la asesoría de especialistas y aprovecha al máximo la tecnología disponible.
El rendimiento de cultivos intensivos de trigo, maíz y girasol exige actualización para responder a las demandas crecientes del mercado. La industria del biodiesel, por ejemplo, requiere cada vez mayor cantidad de producción de granos.
Este panorama indica que las mayores ganancias serán para los productores familiarizados con prácticas agrícolas de vanguardia. Como el uso de pulverizaciones con coadyuvantes, agricultura de precisión, apoyo de tecnologías, sostenibilidad, entre otras.
Si te interesa lo dicho hasta el momento, no podés perderte las siguientes propuestas.
El manejo de información brinda poder real. De tal forma, que se requieren datos cuantificables para planificar una mejor cosecha. Los registros del histórico de producción, entre otras diferentes anotaciones, son insumos muy importantes.
Prever la próxima campaña requiere:
De esta manera, el planificar la cosecha adquiere el enfoque de mejoramiento constante para alcanzar un desarrollo agrícola sostenible.

El agricultor no se conforma con tener un buen suelo para sembrar. Muy por el contrario, evalúa los aspectos precisos que inciden en el logro de una cosecha exitosa. A saber:
Vale destacar que, usando los recursos tecnológicos propios de la agricultura de precisión, se maximiza la atención de variables críticas. Así, el nivel de nitrógeno del suelo, importante para producir cereales, se optimiza con manejo sectorizado.
Veamos el caso del uso de sensores de nitrógeno para delimitar sectores con mayor producción de biomasa. De allí se infiere mayor extracción del elemento de esa área que de otra con menor producción. Eso fija la dosis de fertilización local.
[Tweet “Existen técnicas y recursos tecnológicos de punta para maximizar el aprovechamiento del suelo y lograr así una buena cosecha.”]
Del punto anterior se desprende que la implementación efectiva de técnicas agrícolas requiere registro y control. Las labores planificadas deben monitorearse para recolectar información. Se deciden labores y se supervisa la ejecución.

Dicho de otra manera, en esta fase verificamos contar con los insumos requeridos para realizar las labores. Luego, cualificamos y cuantificamos con base en los datos. Así, ajustamos las decisiones para alcanzar las metas propuestas.
Pensá en lo valioso de levantar un mapa de malezas a partir de su incidencia en áreas determinadas cada año. Este caso demuestra cómo el registro y manejo de la información permite planificar y realizar ajustes para incrementar la cosecha.
Un aspecto similar lo encontramos en el abono requerido por el cultivo. Aunque la extensión del campo de trigo suele ser amplia, analizado en detalle presenta variantes. Esas diferencias son útiles para delimitar mejor las pulverizaciones.
Ilustremos con el caso de la fertilización localizada de la cosecha:
[Tweet “El uso de tecnologías de punta permite optimizar la cosecha con prácticas de fertilización localizadas.”]
De esta forma se incrementa la producción por hectárea y se distribuyen los recursos de acuerdo al rendimiento del área.
La experiencia indica que las amenazas para una buena cosecha son las plagas y enfermedades. Aunque existe un patrón de recurrencia en los cultivos, el reto es monitorearlas para actuar de forma temprana. La prevención es la clave del éxito.
El uso de plaguicidas, herbicidas y fungicidas requiere de un manejo que favorezca el ambiente. Los efectos se potencian con el uso acertado de coadyuvantes. Debe garantizarse la aplicación efectiva para evitar la merma de la producción agrícola.
La actuación con fitosanitarios depende muchas veces de mantener una continua supervisión del cultivo. El identificar las amenazas in situ resulta ser una labor tediosa en algunos casos más que en otros, pero es indispensable monitorear.
[Tweet “Si las plagas y enfermedades son los enemigos de la cosecha, una continua supervisión permite actuar oportunamente con fitosanitarios.”]

Vivimos una de las épocas más interesantes en cuanto a adelantos técnicos al servicio de la agricultura. La buena cosecha no es utopía sino una realización de buenas prácticas con uso de tecnología y asesoramiento de especialistas.
¿Alguna vez un agricultor de la Pampa pudo prever la posibilidad de evaluar su cultivo con apoyo satelital? Seguramente no, pero hoy es una realidad. Los recursos tecnológicos están disponibles, incluso desde el smartphone de uso diario.
La idea de modernización cambió de la implementación de maquinaria al de actualización constante de buenas prácticas agrícolas. Modernizar es la capacidad de apropiarse de los recursos técnicos para aumentar la producción.
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El logro de una buena cosecha depende del mejoramiento constante de las labores agrícolas. Ello Implica:
El incremento de una buena cosecha en términos de rendimiento por hectárea será el resultado de una planificación bien ejecutada.
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